Demasiado tiempo sin escribir por este medio, mi querido blog, que tengo tan abandonado. Pido disculpas, pero de ahora en adelante les prometo que escribiré más seguido (aunque seguro no mucha gente lo lee, jaja).
En esta oportunidad les vengo a hablar de una de mis iglesias favoritas de la ciudad. Y no es porque yo sea religioso ni nada parecido, sino que aparte de gustarme la arquitectura, me gusta mucho aprender y conocer esos sitios que forman parte de la historia de nuestra ciudad, y que muchas veces están casi en estado de abandono.

Es interesante encontrarse con las personas que de verdad les duele el estado en el que se encuentran estas edificaciones, porque aunque uno no lo crea, todavía hay gente que espera poder ver de nuevo algún día estos lugares en las condiciones que se merecen. Es habitual ver gente mayor en las plazas, iglesias, muchas veces sumidos en su mundo, hasta que uno llega y los saca de allí con tan solo una pequeña pregunta. Ese es mi momento favorito, cuando se les ilumina la mirada y comienzan a contarle a uno esas historias que, aunque muchas veces no están en los libros, forman parte de nuestra cultura y de nuestra identidad como guaros y como Venezolanos, y que deberían ser preservadas para generaciones futuras. Y más cuando uno acompaña la conversa con un buen cafecito y una catalina :). Toda esa emoción puesta rememorando los cuentos de su infancia, cuando corrían sin más traba que los regaños de sus madres por llegar sucios a casa, o la zarandeada de algún policía por pasar frente a la iglesia sin realizar la señal consabida o por no andar con las ropas adecuadas. Costumbres y modales ajenos a los nuestros y que tanta falta nos hace recordar.
En este caso en particular, la Iglesia San Francisco de Asís, me encontré con la sra. Dalia, una sra. muy simpática que hace las veces de cuidadora. Todas las veces que he ido la encuentro solita en la iglesia, muchas veces contemplando algún santo, otras con la mirada ida, tal vez recordando tiempos mejores.
La primera vez que hablé con ella, estaba un poco tímida, pero poco a poco, al ir preguntándole por su querida iglesia fue entrando en calor. Como se imaginarán después no hubo modo de que hiciera silencio, jaja.
Comenzó por indicarme que la iglesia había sido remodelada varias veces a causa de los terremotos (1812 y 1950), que la dejaron prácticamente en ruinas, quedando de la iglesia original las paredes este y oeste, y el campanario.
Hijo, me dijo, «en estas paredes hasta gente enterrada hay». Y es que luego caminando pude ver varias esculturas de mármol incrustadas, en recuerdo de gente fallecida, como la de la sra. Flor María datada del año 1908. ¿Estarán enterrados allí ?, no lo se, pero las esculturas son verdaderamente hermosas.
Seguimos caminando hasta uno de los altares, pasando por un confesionario y por varias figuras religiosas de gran valor, y que están incluidas en el catálogo de Instituto de Patrimonio cultural. Esta piedad, dijo la sra. Dalia, «no encontramos como hacer, porque la gente de tanto tocarla le están tumbando la pintura original, ojalá pudiéramos colocarla dentro de una caja de vidrio».
Llegamos al altar, elaborado completamente de madera. Allí en el piso se ve una losa blanca con una inscripción, pues resulta que el anterior párroco está enterrado en esta iglesia. La pared a la derecha es una de las originales, corresponde al lado Oeste.

De aquí pasamos al tesoro más importante de la sra. Dalia, el altar central. Oculto detrás de un mesa se encuentra un impresionante altar de grueso mármol, con unos grabados de cruces en sus cuatro esquinas, que según me cuenta, cada una tiene su historia. Pero eso es la gente que sabe, porque yo no se de eso, me dice cortésmente. Detrás de este altar, y tallado completamente en madera, quedé asombrado con el detalle y el tamaño de una serie de asientos forrados en terciopelo rojo, que según me indica datan de la iglesia original. Al frente la imagen del patrono de la iglesia, San Francisco de Asís.
Seguimos mi visita guiada privada, jeje, y en eso se para frente a una pequeña cruz de bronce. Se voltea y me dice, ¿ve esa cruz?, es una de las dos que quedan, eran 12 pero fueron desapareciendo poco a poco (por no decir que se las robaron).

Avanzando le pregunto por un cuarto que veo tras rejas, me dice que es la única manera de mantener a buen resguardo las figuras de alto valor patrimonial que se encuentran allí, entre las que se cuenta un nazareno del siglo XIX y muchas otras más. Aparte de eso, creo que es la única parte de la iglesia que conserva su piso original de losetas de cemento coloreado, todo un lujo el día de hoy.
Aprovecho y le digo, ¿por donde se sube hasta el reloj ?. Me dice, «eso es por adentro, pero ya no se puede subir porque la escalera está muy deteriorada, es un peligro». Y es que esta iglesia posee un hermoso reloj con clavijas de madera, que según el cronista no oficial de Barquisimeto, Iván Brito López, data del año de 1884. Este reloj daba sus campanadas religiosamente (y aquí si cabe completamente esta expresión, jeje), indicando la hora a los vecinos. Dicen las malas lenguas que no dejó de sonar por su deterioro, sino porque según el párroco anterior, molestaba a los vecinos, versión que nunca pudo ser confirmada. Pero lo cierto es que luego fue consumido por la herrumbre y la falta de uso, quedando parado como dice la canción navideña, a 5 pa’ las 12.
Como no pude subir al campanario, le comento, -¿y eso que está arriba es un órgano de tubos ?. Me mira fijo y me dice, -casi. -¿Casi ?, le pregunto yo. -Si casi, porque una vez vino un sr. de Caracas a hacerle mantenimiento, lo desarmó todo y ahí quedó, desmantelado en el piso. Una verdadera lástima, ya que aparte de este, no se que otra iglesia tendrá un órgano de tubos, ¿la Paz tal vez ?, no lo sé todavía.

Cuando miro la hora ya era mediodía, y como esta iglesia no es muy concurrida, la sra. Delia cierra y luego vuelve a abrir a las 2. Cuando la veo que se dispone a cerrar la puerta, una puerta maciza y gigante de madera de aproximadamente 3 o 4 metros de altura, le ofrezco mi ayuda, a lo que me dice, «no hijo no se preocupe que esta puerta cierra suavecito, mire, nada más me quito los zapatos para no resbalarme cuando la empujo y listo».
Y así con una sonrisa y contento por haber conocido a la sra. Dalia, me despido, no sin antes hacer unas fotos internas, y luego me retiro de la iglesia, aprovechando para hacer unas fotitos afuera.
Por último, según datos encontrados, la iglesia San Francisco de Asís, data aproximadamente del año 1636, cuando funcionaba allí mismo una capilla de Nuestra señora de la Purificación de la orden Franciscana, pero es en el año de 1865 que se inaugura la antigua Catedral, manteniéndose así hasta 1869. En el año 1960 fue declarada monumento histórico nacional, según decreto 26320, junto con su colección de objetos religiosos.
Y como punto curioso, sería excelente saber que figura adornaba la parte superior del campanario, porque como se ve en las fotos antiguas, había una imagen antes de la cruz. ¿Se perdería en uno de los terremotos ?, ojalá lo averigüe algún día.
Nos vemos en una próxima, y si es tu deseo puedes realizar una donación, de esta manera podré seguir con mi trabajo.